Existen diversas clases de peras durante todo el año. Bajo los diferentes tonos de su piel se esconden diversas texturas, sabores y perfumes. Por ejemplo, en los comienzos del verano aparece una pequeñita llamada pera de San Juan. A medida que avanza la estación se afianza la pera limonera, de gran venta en el mercado. Son también muy solicitadas la Ercolini, amarilla y delicada, la blanquilla verde y muy jugosa, la Tendral, la Duquesa. Y, a finales del otoño, adquiere gran relevancia la Passa Crasana.
Italia es el primer productor de pera, seguido de Francia. Sus mejores variedades son la Decana del Comicio y la Conferencia, de deliciosa carne rosada. En España son varias las comunidades que han apostado por el cultivo de esta última variedad.
«Peras cuántas quieras», dice el refrán. Y es que es un alimento muy digestible. Contiene mucha vitamina C, sales minerales, nada de grasa, apenas proteínas y mucha agua, lo que la convierte en una fruta muy refrescante.
Originaria de Oriente Medio, parece que ni los hebreos ni los egipcios las consumieron. Pero en el mundo romano, la pera hacía las delicias de los glotones ya desde antiguo y se cuidaba el peral con especial celo: «Injerta tus perales, tus herederos recogerán el fruto», aconseja Virgilio en Las Bucólicas.
Catón enumera seis variedades y Plinio cita nada menos que cuarenta, señalando que había peras que pesaban hasta una libra y se reservaban para la mesa de los patricios. Por tanto, no es de extrañar que la difusión del peral por Europa se produjese por medio de los romanos.
Así se comprueba que en todos los idiomas europeos ha conservado, con escasa alteración, el nombre latino de pira. Crudas, plenamente al natural, son una maravilla. Y si se quiere lucir, pueden presentarse con muy poco trabajo al vino tinto. Es una delicia de postre.
Italia es el primer productor de pera, seguido de Francia. Sus mejores variedades son la Decana del Comicio y la Conferencia, de deliciosa carne rosada. En España son varias las comunidades que han apostado por el cultivo de esta última variedad.
«Peras cuántas quieras», dice el refrán. Y es que es un alimento muy digestible. Contiene mucha vitamina C, sales minerales, nada de grasa, apenas proteínas y mucha agua, lo que la convierte en una fruta muy refrescante.
Originaria de Oriente Medio, parece que ni los hebreos ni los egipcios las consumieron. Pero en el mundo romano, la pera hacía las delicias de los glotones ya desde antiguo y se cuidaba el peral con especial celo: «Injerta tus perales, tus herederos recogerán el fruto», aconseja Virgilio en Las Bucólicas.
Catón enumera seis variedades y Plinio cita nada menos que cuarenta, señalando que había peras que pesaban hasta una libra y se reservaban para la mesa de los patricios. Por tanto, no es de extrañar que la difusión del peral por Europa se produjese por medio de los romanos.
Así se comprueba que en todos los idiomas europeos ha conservado, con escasa alteración, el nombre latino de pira. Crudas, plenamente al natural, son una maravilla. Y si se quiere lucir, pueden presentarse con muy poco trabajo al vino tinto. Es una delicia de postre.
Esta fruta es originaria de regiones de Europa oriental y de Asia occidental, donde su cultivo se viene realizando desde épocas muy remotas. Los griegos y los romanos conocieron el cultivo del peral y fueron estos últimos los que lo introdujeron en la Cuenca del Ebro. China y España son los principales países productores en la actualidad.
Las variedades más destacables son:
Buen cristiano William´s: fruto grande, de base ancha, irregular, piel brillante verdosa que cambia a amarillo limón al madurar. Carne blanca, jugosa, azucarada y muy perfumada. De gran interés para la industria conservera. Se recolecta en agosto y septiembre.
Doctor Jules Guyot (Limonera): fruto grueso, de forma un poco irregular, abollada. Piel lisa amarilla con punteado, teñida de rojo carmín por la acción del sol. Carne blanca, fina, jugosa, azucarada y perfumada. Se recolecta en los meses de julio y agosto.
Buena Luisa de Avranches: fruto de buen tamaño, con cuello poco acentuado. Piel lisa poco brillante, amarillo-verdosa y rosada o estriada de rojo carmín, con punteados abundantes. Carne blanca, jugosa, dulce, ligeramente acidulada y aromática. Se conserva bien en frigorífico. Se recolecta en septiembre.
Bartlett: tiene forma de campana, con un color de maduración amarillo brillante. La pulpa es carnosa, blanca y muy suave. Es ideal para elaborar conservas o como fruta fresca.
Anjou: tiene forma de huevo, la piel es suave y de color verde, aún cuando está madura. Tiene abundante jugo y un sabor dulce. Resiste bien el transporte y es ideal como fruta fresca.
Bosc: tiene el cuerpo simétrico, el cuello alargado, la piel de color café y es muy aromática. Por su carnosidad es la que más se emplea para cocinar.
Comice: tiene forma redondeada, de color verde y algo rojiza. Es la variedad más dulce y jugosa de todas las peras.
Blanca de Aranjuez (Blanquilla): este fruto tiene un tamaño regular y una piel lisa, fina, brillante y verdosa. Carne blanca, muy jugosa y agradable, con un corazón muy pequeño. Soporta bien las bajas temperaturas y se recolecta en agosto y septiembre.
Conferencia: destaca por su excelente calidad gustativa, por su buena conservación en frío y por su gran resistencia a las manipulaciones.
De Roma: tiene un tamaño mediano o grande, de forma irregular y achatada. Piel ligeramente rugosa y ruda, de coloración verdosa que pasa al amarillo con la maduración y con manchas cobrizas. Carne blanco-amarillenta, muy jugosa, dulce, ligeramente amoscatelada.
Otras variedades que maduran en invierno son: Coscia, Azúcar Verde, Leonardeta, Trinidad y Avate Fetel.